Melody me aconseja los mejores outlets para comprar Prada, Louis Vuitton y Gucci de oferta. Fantastic, respondo. Vamos en su camioneta desde el aeropuerto hasta North Miami. Hay un enorme termo Stanley rosa entre nosotras. Sus uñas esculpidas terminan en punta con un diamante y se deslizan suaves por el cuero del tapizado. Usa anteojos de aviador y pulseras de mostacillas con letras que forman palabras clave: strong, believe, fuck you. Las elige según el día, me explica, según la energía que necesite. Whatever works , digo yo, y ella toma lo que sea que haya en el Stanley por un sorbete.
A la izquierda pasamos el estadio del Hard Rock, que parece una mezquita gigante con sus cuatro minaretes. Oh my God, dice Melody, crazy story time. Melody me cuenta que una vez llevó a un cliente al estadio y los fanáticos colombianos asaltaron su camioneta. La envolvieron en una bandera azul, amarilla y roja, y no pudo avanzar y dejarlo a tiempo porque no veía nada. Disturbios, algo me acuerdo, creo que lo vi por la tele.
Salimos de la autopista a un parking enorme con tiendas también enormes. Hay tantas camionetas de última generación en hilera que parece una concesionaria. Alrededor pasan runners con shorts cortos y en cueros; salieron a trotar por el estacionamiento. Una tienda inmensa de tecnología en oferta, otra de deporte, otra de café y donuts. Mi corazón se acelera con la promesa de las ofertas.
Frenamos en una ventanilla y Melody me dice exactamente qué dona tengo que pedir. Es tan categórica que obedezco, ella tiene puras certezas. Hace viajes como changa secundaria. Su verdadero negocio es vender heno para caballos de polo y también comprar y remodelar mansiones. La economía yankee me supera, no entra en mi empobrecida mente latina. Melody me acerca la pantalla de su celular a la cara mientras yo muerdo un aro de grasa. Es la página de Instagram de su hija, la beauty influencer. Tiene tres mil seguidores y en la primera foto exhibe su maquillaje para el lanzamiento de un perfume. El delineador negro estilo egipcio sobresale en una línea desprolija, usa muchas capas de una base seca que le deja la piel gris y un labial brillante, se dice gloss, efecto mojado. No son muchos followers, me aclara Melody, pero las marcas le mandan productos y ella los revende por eBay.
Vamos entrando a los suburbios. Mansiones, palmeras, garajes. En cada curva hay otra cuadra idéntica a la anterior. El asfalto limpio, el pasto verde, la laguna artificial, el cartel que anuncia cocodrilos. Veo niños trasladarse en monopatines eléctricos. Por más verde y lujoso, no se puede decir que sea lindo. Tiene algo de simulación, se nota la mano robótica que lo dibujó. ¿Dónde escondieron los cartones y plásticos que vienen con cada una de sus compras?
Antes de bajar del auto, Melody me hace prometerle que voy a ir a los outlets de Sawgrass. La abrazo. Melody tiene buen corazón, quiere lo mejor para mí. Pienso que así deben ser los americanos: cálidos, cómodos, ingenuos. Apoyo la cabeza en su hombro y creo que me quedo un tiempo de más en sus brazos, porque antes de despegarme empiezo a desconfiar y a preguntarme qué pensará ella de mí. Quizás ella, como hice yo, criticó en silencio mis uñas cortas, las manchas en mi suéter, mis necesidades irresueltas.
Queridxs amigxs:
Me compré unas zapatillas de gamuza roja. Me compré un juego de sábanas, toallas de baño y repasadores. Un jean y un joguín, un vestido de fiesta, crema para la cara y para el cuerpo. Compré chocolates y caramelos ácidos en la farmacia. Una esponja vegetal en el supermercado. En cada compra, acercaba el chip de mi tarjeta con el pulso tembloroso de la culpa. Dudaba: ¿Para esto trabajo? ¿Este es el ciclo que vine a cerrar? Después me acordaba de Melody y de las frases de sus pulseras, apoyaba la tarjeta en el lector y por dentro sentía que una nueva versión de mí era posible ahora que tenía esa adquisición en mi bolsa.
Tuve muchos flashbacks de cuando fui a los outlets de New Jersey en mi visita a tierras yanquis. Me sigue sin entrar en la cabeza su economía.
Gran relato <3
👏🏽👏🏽👏🏽